Nos dejo Geraldine Schmiel a sus 94 años, pionera de la alta moda en el Perú, deja una historia de éxito, pero también de pura …lucha.
Geraldine tuvo que enfrentar varios obstáculos antes de empezar a construir su carrera en el mundo del diseño de modas. Su familia, en un principio, quería que siguiera un estilo de vida convencional, dedicado a una profesión universitaria, algo que simplemente ella no veía para su futuro. Gracias a su persistencia siguió su pasión…. y pudo iniciarse en el mundo de la alta costura.
Sus primeras oportunidades llegaron de la mano de sus amigas que, admiradas de su talento para hacer prendas, le encargaban vestidos que tenía que enviar desde Trujillo hasta Lima, los cuales lograron mucha popularidad entre sus conocidos, lo que la llevó a decidir establecerse en la capital.
El momento «clave» de su carrera fue cuando, irónicamente, su padre, en uno de sus últimos intentos para que dejara de pensar en «la costura», la envía por dos meses a España. Es aquí, durante los años 60, cuando aprovechó una nueva oportunidad e ingresó como aprendiz en la Casa de Modas de Asunción Bastidas, en el que logró aprender más de su oficio y pudo destacarse por su pericia en la elaboración de trajes de novia, la especialidad de la tienda.
Dicha experiencia le sirvió cuando retornó a Lima, donde por boca de sus antiguas amigas empieza a ganar reconocimiento las cuales, al observar la elegancia y calidad de sus prendas, comienzan a ordenar trajes y vestidos de su colección. Es aqui en donde nace su marca «Geraldine» y que, poco a poco, fue ganándose adeptos entre las clases más privilegiadas del país y fue marcando la pauta del buen vestir de la mujer peruana.
Durante las siguientes dos décadas, fue consolidando su propia casa de modas y lanzando exitosas colecciones en el mercado, incluida su famosa línea Prêt a Porter (listas para llevar), así también se enfocó en valorizar la marca que había creado.
En los años 90, fue Geraldine Schmiel la que llevó a conocer la calidad de las fibras de lana de alpaca peruana al exterior, cuando empezó a exportar abrigos elaborados con la misma, los que fueron acogidos con gran éxito a Europa y Estados Unidos, abriendo la puerta internacional a este tejido que actualmente es reconocido por ser de los mejores en el mundo.
Schmiel deja tras de sí toda una vida de legado, no solo su marca, su calidad, o la escuela de formación que fundó, sino también su ejemplo, un ejemplo de lucha, persistencia y pasión por la moda a las futuras generaciones.