Ingenieros biomédicos del laboratorio Sinebi han desarrollado un casco de bioseguridad para prevenir contagios de C-19, indumentaria que podría reemplazar a los algunos implementos de los equipos de protección personal (EPP) usador por el personal de salud. 

Es un casco de acrílico transparente, que pesa un kilo 800 gramos y tiene un parecido con el que usan los astronautas. Sus diseñadores empezaron a pensar en él cuando, hace más de un año, empezó a correr la noticia de que un virus nuevo y letal, aparecido inicialmente en China, empezaba a extenderse sin remedio por el planeta. 

El prototipo funciona con filtros delanteros que permiten pasar aire limpio al interior de la burbuja. Luego se extrae el CO2 o el aire que respira quien lo usa, a través de un filtro con motor que limpia ese aire antes de devolverlo al ambiente. También tiene un sensor que se usa en la oreja para medir en tiempo real la temperatura, frecuencia cardíaca y saturación de oxígeno del usuario del casco.

Según sus diseñadores, los ingenieros Jhon Hurtado y Francisco Oliveros, no se necesita usar tapabocas con el casco porque los filtros cumplen la labor de protección. También lo diseñaron para que este descanse sobre los hombros, se ajuste al cuerpo y sea fácil de usar a pesar de su peso.

Hoy tienen dos prototipos con pequeñas diferencias entre uno y otro en su diseño. Hurtado cuenta que aunque lo presentaron a concursos y autoridades en el Perú, no han recibido apoyo para producirlo. Más bien comenta que lo presentaron en Bolivia y Colombia, y en el primero de esos países quedó abierta la posibilidad de hacerlo.

Hemos hecho el casco con inversión propia y la participación de otros ingenieros del laboratorio Sinebi. Creemos que esta tecnología es una opción más para entornos hospitalarios y quizá en uno o dos años pueda tener acogida en otros países”, comenta Jhon Hurtado.